martes, 27 de septiembre de 2016

Hillary Clinton aprobó la entrega a los yihadistas de armas químicas


Un informe británico de inteligencia señala que el gas sarín que los yihadistas sirios utilizaron en agosto de 2013 en la Guta oriental, en la provincia de Damasco, no procedió de los depósitos del ejército sirio y que la antigua secretaria de Estado, Hillary Clinton, aprobó la entrega a los yihadistas de armas químicas procedentes de Libia.

En dos artículos publicados en el London Review of Books titulados “¿De quién es el sarín?” y “La línea roja y la línea de las ratas”, el periodista Seymour Hersh señala que Obama culpó falsamente al gobierno de Bashar Al-Assad por el ataque para que sirviera de excusa para invadir Siria.

En 2012 Estados Unidos, Arabia saudí, Turquía y Qatar alcanzaron un acuerdo secreto para llevar a cabo un ataque químico con gas sarín y culpar a Assad para que Estados Unidos tuviera una excusa para invadir Siria y derrocar a su presidente.

“Según los términos del acuerdo, la financiación provendría de Turquía, Arabia saudí y Qatar. La CIA y el MI6 británico fueron los responsables de conseguir las armas de los arsenales de Gadafi para trasladarlas a Siria”.

Hersh no aclara si tales armas incluían los componentes químicos para la fabricación de gas sarín que estaban almacenados en Libia, pero ha habido muchos informes independientes de que la Libia de Gadafi poseía tales depósitos y también de que la embajada de Estados Unidos en Trípoli estaba trasladando las armas capturadas al ejército de Gadafi hacia Siria a través de Turquía.

En un artículo publicado el 7 de octubre de 2013, titulado “Altos responsables de Estados Unidos y Arabia saudí culpables de las armas químicas en Siria”, el periodista Christoph Lehmann también afirmó que “las evidencias conducen directamente a la Casa Blanca, al presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor Martin Dempsey, al director de la CIA John Brennan, al jefe de la Inteligencia saudí Príncipe Bandar bin Sultan y al Ministerio del Interior de Arabia Saudí”.

El análisis definitivo de los restos químicos, el Lloyd-Postal Report, elaborado por dos estadounidenses, afirmó que el informe del gobierno de Estados Unidos “podía no ser correcto posiblemente”. En otras palabras: Obama había vuelto a mentir. El gas sarín empleado no era del tipo que el ejército sirio tenía en sus arsenales.

Ahora Hersh involucra a Hillary Clinton directamente. En una entrevista con Alternet.org a Hersh le preguntan por el papel que desempeñó la entonces secretaria de Estado de Estados Unidos en el operativo de la embajada norteamericana en Bengasi para reunir armas de los arsenales libios y enviarlas a Siria a través de Turquía.

Hersh señala que “el embajador norteamericano que murió en Libia era conocido como alguien que, por lo que se, no se interpondría en el camino de la CIA. Se reunió con el jefe de estación de la CIA y con la empresa naviera que llevaba las armas. Estuvo ciertamente implicado y era consciente de todo lo que estaba ocurriendo. Y no hay forma de que alguien que ocupaba una posición tan sensible no hablara de ello a su jefa [Hillary Clinton] por cualquier canal”.

El periodista le pregunta a Hersh acerca de una referencia de su libro sobre la muerte de Bin Laden en el que dice que la Casa Blanca rechazó un plan para atacar 35 objetivos en Siria suministrado por la Junta de Jefes de Estado Mayor por no ser lo suficientemente perjudicial para el régimen de Al-Assad.

La Casa Blanca propuso una lista de objetivos que incluía infraestructuras civiles. ¿Cuál habría sido la suerte de cientos de miles de civiles si el propuesto ataque de la Casa Blanca hubiera tenido lugar?

Hersh señala que la tradición norteamericana ha sido siempre la de ignorar las bajas civiles (daños colaterales) en los ataques estadounidenses o a veces incluso las ha provocado deliberadamente (para aterrorizar a la población para que se rinda), como fue el caso de Irak.

El periodista insiste en preguntarle por qué Obama estaba tan obsesionado con reemplazar a Al-Assad en Siria, dado que el vacío de poder que seguiría sería llenado por los yihadistas. Hersh contesta que no sólo él, sino también la Junta de Jefes de Estado Mayor, se lo preguntaba. Nadie podría figurarse el por qué. Dice que la política norteamericana siempre había estado contra Assad. Punto.

Hersh recuerda que la CIA dio un golpe de Estado en Siria en 1949 y derrocó a un dirigente democráticamente elegido con el fin de permitir que un oleoducto con petróleo saudí atravesara Siria hacia Europa. La construcción del oleoducto comenzó al año siguiente, pero nunca se terminó.

Mediante golpes de fuerza Estados Unidos ha derrocado a varios dirigentes de la región, como Mossadegh en Irán, Saddam Hussein en Irak, Gadafi en Libia, etc. Lo mismo ha sucedido con otros dirigentes mundiales como Arbenz en Guatemala, Allende en Chile, Yanukovich en Ucrania, etc. Muchos de ellos eran aliados de Rusia. Otros querían un rumbo independiente para su país. En la actualidad, Estados Unidos apoya el derrocamiento de gobiernos nacionalistas o de izquierdas en América Latina como Rousseff, Maduro, Correa, Morales y otros. En Siria, Estados Unidos lo ha intentado, pero ha fracasado.

Obama buscó llenar Siria de yihadistas extranjeros para utilizarlos como fuerzas terrestres para sus bombardeos, pero dejó la función de pagarles en manos de los saudíes y otros aliados. Erdogan dio vía libre a los yihadistas en su territorio y les permitió vender su petróleo y objetos robados en Turquía. Sus servicios secretos les enviaron dinero y armas y su Ejército ha enviado incluso soldados a Siria o ha bombardeado a tropas sirias para apoyar a los yihadistas.

Estados Unidos quiere llevar el petróleo saudí y el gas qatarí a Europa a través de Siria para asestar un golpe económico a Rusia. Esto ha ido acompañado del golpe de estado en Ucrania y de sanciones contra Moscú. A esto hay que sumar la creación de una serie de bases para rodear a China. Todo ello se enmarca dentro del plan de Estados Unidos para dominar el mundo en el siglo XXI.

La resistencia de Siria y el apoyo de Rusia e Irán, que podrían haber llegado a una guerra caliente con el fin de proteger a su aliado sirio, acabó frustrando los planes de Estados Unidos y sus aliados.

Mientras, los grandes medios de comunicación siguen ignorando esta información con el fin de que la opinión pública norteamericana y mundial no se entere de que la antigua secretaria de Estado de Estados Unidos y candidata a la presidencia y su actual presidente fueron responsables del ataque químico de Guta, dirigido a culpar a un dirigente extranjero y provocar la invasión de un país.

Movimiento Político de Resistencia

http://www.elacontecer.cl/index.php/world/item/746-armas-quimicas

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Pegó dos tiros a un periodista de The Times en Siria y ahora es uno de los “moderados”




El periodista de The Times Anthony Loyd encontró en agosto a un viejo conocido en un vídeo en el que se veía a un grupo de insurgentes trasladado por el Ejército turco al norte de Siria para expulsar al ISIS de esa zona fronteriza y –mucho más importante– hacer lo mismo con las milicias kurdas del YPG. No era precisamente un viejo amigo, porque Hakim Abu Jamal fue quien le disparó dos veces:
“Fue con una cierta sorpresa al ver un vídeo de los rebeldes victoriosos y apoyados por Occidente con que descubrí el rostro del último aliado de EEUU en la guerra contra ISIS en Siria. Era el rostro del hombre a quien vi por última vez en mayo de 2014 cuando se inclinó sobre mí para dispararme dos veces en el tobillo izquierdo casi a quemarropa mientras yo tenía las manos atadas. Era el castigo por haber intentado escapar de su banda de secuestradores que esperaba venderme (a otro grupo sirio).
Me disparó ante una multitud de curiosos, después de recibir una brutal paliza, denunciandome como ‘espía de la CIA’. Ahora, según parece, trabaja para ellos”.

Hakim Abu Jamal es otro de los muchos criminales empleados por los distintos bandos que combaten en Siria. En 2014 ayudaba a algunos periodistas occidentales y de hecho invitó a su casa a Anthony Loyd y a su compañero Jack Hill. Al día siguiente, los secuestró para conseguir dinero con el que comprar armas. La forma más rápida de obtener fondos no hubiera sido pedir rescate al periódico de esos reporteros o a su Gobierno, sino a otro grupo insurgente con mayor capacidad para retenerlos durante más tiempo (y por tanto, para poder exigir un rescate mayor).


Abu Jamal forma parte de al-Fawj al-Awwal, un grupo que opera en la provincia de Alepo y que Anthony Loyd identifica como uno de los que están controlados o financiados por la CIA. La iniciativa de la ofensiva turca sobre el norte de Siria ha partido del Gobierno de Erdogan, no de EEUU, para eliminar cualquier posibilidad de que los kurdos sirios puedan reunir las ciudades que han conseguido arrebatar al ISIS para establecer un embrión de Estado o zona controlada por ellos a lo largo del norte del país. Y en esta última invasión turca, aviones norteamericanos han cubierto con ataques aéreos el avance de los grupos sirios que los acompañan. Así, EEUU consigue apoyar a dos bandos enfrentados, porque en el último año ha hecho lo mismo con las milicias kurdas que han combatido contra ISIS.

Además, varios de los grupos sirios que colaboran ahora con Turquía han recibido apoyo de la CIA, en forma de dinero y armamento.

Entre esos grupos, también está el que asesinó en Alepo a un niño palestino de 12 años en julio porque su padre formaba parte de una milicia aliada con el Gobierno sirio. No sólo lo decapitaron, sino que lo grabaron en vídeo.

En ambos casos, esos grupos son definidos como “moderados” sencillamente por no ser ISIS o el Frente Al Nusra, ahora con un nuevo nombre con el que poner fin supuestamente a su relación con Al Qaeda. Son bandas que han cometido crímenes de guerra, según una denuncia reciente de Amnistía Internacional. En el caso de Abu Jamal, el testimonio del periodista de The Times lo confirma sin ningún género de dudas. Y Loyd no es el único que conoce sus antecedentes:

“Algunos activistas sirios que conocen la historia de Hakim Anza (otro de los nombres que usa Abu Jamal) estaban furiosos al verle en Facebook y Twitter alardeando de sus triunfos. ‘Es inaudito’, me dijo uno con la condición de que no diera su nombre, alguien que conocía a Hakim y que confirmó su identidad al verlo en el vídeo. “Cómo puede ser que un hombre como Hakim con un conocido pasado criminal como el suyo sea presentado por EEUU como una especie de héroe, recibiendo dinero y apoyo aéreo, mientras la gente honrada de Tal Rafat vive refugiada en Turquía sin recibir ninguna ayuda exterior”.

Norteamericanos y turcos tienen otras prioridades y en ellas un criminal como Abu Jamal cuenta con un papel protagonista.


domingo, 18 de septiembre de 2016

4 millones de muertos en Afganistán, Pakistán e Irak desde 1990

LAS VÍCTIMAS IGNORADAS DE LAS GUERRAS DE OCCIDENTE

Por: Nafeez Mosaddeq Ahmed

En los países occidentales, la opinión pública vive convencida de que el colonialismo es cosa del pasado, cree que sus Estados ya no practican las matanzas en masa. La realidad es muy diferente. Varias asociaciones internacionales acaban de demostrar que sólo en Afganistán, Pakistán e Irak, las guerras impuestas por las naciones occidentales ya han dejado probablemente más de 4 millones de muertos.
Vistas desde Asia, las guerras occidentales no han aportado ayuda ni democracia. Tampoco han vengado los atentados del 11 de septiembre de 2001. Sólo han sembrado muerte y desolación.
Un importante estudio demuestra que la «guerra contra el terrorismo» encabezada por Estados Unidos ha matado a 2 millones de personas. Pero sólo se trata de un conteo parcial de las muertes de las que Occidente es responsable en Irak y Afganistán desde hace más de 2 décadas.

El mes pasado, Physicians for Social Responsibility (PSR), prestigiosa ONG con sede en Washington DC, publicó un estudio clave [disponible para su descarga a través del vínculo que aparece al final de este trabajo]. Ese estudio demuestra que el balance sobre las pérdidas de vidas humanas de más de una década de «guerra contra el terrorismo», desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, se eleva como mínimo a 1,3 millones de muertos. Según esta ONG, ese conteo podría alcanzar incluso los 2 millones.

Publicado por un equipo de doctores que obtuvo el Premio Nobel de la Paz [En 1985, cuando ganar ese premio todavía significaba algo. Nota de la Red Voltaire.], este informe de 97 páginas es el primer conteo del número total de bajas civiles provocadas por las intervenciones «antiterroristas» desatadas bajo la égida de Estados Unidos contra Irak, Afganistán y Pakistán.

Este informe del PSR fue redactado por un equipo interdisciplinario de expertos de primera línea en materia de salud pública, entre los que se encuentra el Dr. Robert Gould, director a cargo de la sensibilización y la educación de los profesionales de la salud en Centro Médico de Universidad de California (San Francisco). Entre sus redactores también podemos citar al profesor Tim Takaro, quien enseña en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Simon Fraser (Canadá).

Sin embargo, este estudio ha sido casi totalmente ignorado por los medios de difusión anglófonos [al igual que por la prensa francófona y por la prensa en español. Nota de laRed Voltaire.]. Se trata del primer intento –realizado por una organización mundialmente prestigiosa– de presentar un cálculo científicamente realizado del número de personas muertas a causa de la «guerra contra el terrorismo» desatada por Estados Unidos [, Francia] y Gran Bretaña.

Cuidado con las lagunas
El Dr. Hans von Sponeck, ex secretario general adjunto de la ONU, describe este informe del PSR como una «importante contribución para reducir el abismo entre los estimados confiables sobre las víctimas de la guerra –en particular la cifra de civiles en Irak, Afganistán y Pakistán– y los balances tendenciosos, manipulados e incluso falsificados».

Este estudio contiene un reexamen científico de los antiguos estimados sobre el número de víctimas de la «guerra contra el terrorismo». En el caso de Irak, el estudio es particularmente crítico al referirse al balance habitualmente citado por los grandes medios de difusión, o sea los 110 000 muertos que expone el Iraq Body Count (IBC). Esas cifras se obtuvieron mediante el conteo de las bajas civiles anunciadas en los medios de prensa. Pero el PSR ha encontrado graves lagunas y otros problemas metodológicos en esa forma de conteo.

Por ejemplo, de los 40 000 cadáveres enterrados en Nayaf desde el inicio de la guerra de Irak en 2003, el IBC contó solamente 1 354 muertos en esa ciudad durante el mismo periodo. Ese ejemplo indica la gran diferencia entre las cifras del IBC en la ciudad de Nayaf y el balance real. En este caso, las cifras reales son 30 veces superiores.

La base de datos del IBC está llena de esas diferencias [entre las cifras que registra y la realidad]. En otro ejemplo, esta organización registró solamente 3 incursiones aéreas en cierto momento de 2005. En realidad, la cantidad de ataques aéreos había aumentado aquel año de 25 a 120. Nuevamente, los datos reflejados son 40 veces inferiores a la realidad.

Según el informe del PSR, el controvertido estudio de la revista británica The Lancet, que había estimado en 655 000 el número de muertos en Irak entre 2003 y 2006 –y en más de 1 millón hasta hoy, mediante una extrapolación– estaba probablemente mucho más cerca de la realidad que las cifras del IBC. En realidad, este informe confirma un cuasi consenso entre los epidemiólogos sobre la confiabilidad del estudio publicado en The Lancet.

A pesar de una serie de críticas justificadas, la metodología estadística aplicada en ese trabajo es el modelo universalmente reconocido para determinar la cantidad de muertos en las zonas de conflicto. Por cierto, es la que utilizan los gobiernos y las agencias internacionales.

Una negación politizada
El PSR analizó también la metodología y las conclusiones de otros estudios que indican un balance inferior de pérdidas humanas, como un artículo del New England Journal of Medicineque también contiene cierta cantidad de lagunas.

El mencionado artículo no tiene en cuenta las cifras de las provincias más afectadas por las operaciones militares, o sea Bagdad, al-Anbar y Ninive. En realidad, el artículo del New England Journal of Medicine se basa en los datos erróneos del IBC al extrapolar las cifras sobre esas regiones. Y también impuso «restricciones motivadas por razones políticas» a la recolección y análisis de los datos. Por ejemplo, las entrevistas fueron realizadas por el ministerio iraquí de Salud, en aquel momento «totalmente dependiente de la potencia ocupante». Bajo la presión de Estados Unidos– ese ministerio iraquí se había negado a publicar sus datos sobre las muertes de iraquíes oficialmente registradas.

En particular, el PSR analizó las alegaciones de Michael Spaget, John Sloboda y otros críticos que describieron como «fraudulentos» los métodos de recogida de datos del estudio deThe Lancet. Según la ONG, tales argumentos carecen de fundamento.

Las pocas «críticas legítimas», según el PSR, «no afectan la credibilidad de los resultados de las investigaciones de The Lancet en su conjunto. Esas cifras siguen siendo los mejores estimados actualmente disponibles». Las conclusiones de «The Lancet» también se ven corroboradas por los datos de un nuevo estudio realizado por la revista científica PLOS Medicine, que contabilizó 500 000 víctimas de la guerra en Irak. En total, el PSR ha logrado determinar que la cantidad más probable de muertos civiles en ese país desde 2003 asciende a 1 millón.

El estudio del PSR agrega a ese balance al menos 220 000 muertos en Afganistán y 80 000 en Pakistán, víctimas directas o indirectas de la campaña militar encabezada por Estados Unidos. En otras palabras, esta ONG presenta un «estimado conservador» que se eleva a 1,3 millones de muertos en Irak, Afganistán y Pakistán. Sin embargo, las cifras reales podrían fácilmente «sobrepasar los 2 millones».

Pero el propio estudio del PSR también presenta ciertas lagunas. Primeramente, la «guerra contra el terrorismo» iniciada después del 11 de septiembre de 2001 no era nada nuevo sino una simple prolongación de las políticas intervencionistas ya iniciadas anteriormente en Irak y Afganistán.

Por otra lado, la carencia de datos sobre Afganistán significa que el estudio del PSR probablemente subestimó el balance de bajas humanas en ese país.

Irak
La guerra de Irak no comenzó en 2003 sino en 1991, con la primera guerra del Golfo, a la que siguió la aplicación de un régimen de sanciones impuesto a través de la ONU.

Un estudio anterior del propio PSR, realizado por la entonces demógrafa del Buró de Censos de Estados Unidos Beth Daponte, ha demostrado que la cantidad de muertes de iraquíes provocadas por la primera guerra del Golfo se elevaba a cerca de 200 000, principalmente víctimas civiles [1]. Aquel estudio fue censurado por las autoridades.

Después de la retirada de la coalición encabezada por Estados Unidos, [la primera guerra del Golfo] prosiguió en el plano económico, a través de las sanciones de la ONU, impuestas por Estados Unidos y Gran Bretaña. El pretexto que se invocó para justificar aquellas sanciones fue impedir que el presidente Sadam Husein lograse tener acceso a los elementos necesarios para la fabricación de posibles armas de destrucción masiva. Pero bajo aquel embargo, los bienes cuyo acceso se prohibió a Irak incluían gran cantidad de productos de primera necesidad, indispensables para la población civil.

Cifras de la ONU, que nunca han sido puestas en dudas, demuestran que alrededor de 1,7 millones de civiles iraquíes murieron por causa de ese brutal régimen de sanciones impuesto por Occidente y que la mitad de esos muertos fueron niños [2].

Y parece que las sanciones tenían como objetivo provocar esa gran cantidad de muertos. Entre los bienes prohibidos [a Irak] por las sanciones de la ONU estaban los productos químicos y el equipamiento esencial para el funcionamiento del sistema iraquí de tratamiento del agua. El profesor Thomas Nagy, de la Escuela de Comercia de la Universidad George Washington, descubrió un documento secreto de la agencia de inteligencia del Pentágono (la DIA, Defence Intelligence Agency), documento que, según el profesor Nagy, constituye 
«un plan inicial de genocidio contra el pueblo iraquí».

En un artículo científico redactado en el marco de la Asociación de Investigadores sobre los Genocidios de la Universidad de Manitoba (Canadá), el profesor Nagy explicó que el documento de la DÍA revelaba con «lujo detalles, un método perfectamente operacional para “degradar completamente el sistema de tratamiento de aguas” de toda una nación» a lo largo de una década. De esa manera, la política de sanciones crearía 
«las condiciones favorables a la amplia propagación de enfermedades, como epidemias de gran envergadura (…) liquidando así gran parte de la población iraquí» [3].

Por consiguiente, sólo en el caso de Irak, la guerra de Estados Unidos contra ese país mató 1,9 millones de iraquíes, desde 1991 hasta 2003. Y a partir de 2003 se registran más o menos 1 millón de muertes más. Así que la agresión de Estados Unidos contra Irak costó en total cerca de 3 millones de vidas de iraquíes.

Afganistán
En Afganistán, el número total de víctimas mencionado en el estimado del PSR también parece estar muy por debajo de la realidad. Seis meses después de la campaña de bombardeos de 2001, el periodista del Guardian Jonathan Steele reveló que entre 1 300 y 8 000 afganos habían sido víctimas mortales directas [4]. Steele agregaba que las consecuencias de la guerra habían provocado un exceso de mortalidad al provocar la muerte de unas 50 000 personas.

En su libro, Body Count: Global Avoidable Mortality Since 1950, el profesor Gideon Polya aplicó la misma metodología que el Guardian para analizar los datos anuales de mortalidad de la División de Población de la ONU [5]. Así pudo calcular las cifras plausibles del exceso de mortalidad en Afganistán. Bioquímico retirado de la Universidad de La Trobe (Melbourne, Australia), Polya llegó a la conclusión de que el total de decesos evitables en Afganistán –país en estado de guerra permanente desde 2001 y sometido a las privaciones que le impone el ocupante– se elevaba a 3 millones (entre los que se cuentan los fallecimientos de 900 000 niños de menos de 5 años).

Aunque ninguna revista universitaria publicó los descubrimientos del profesor Polya, el estudio que presenta enBody Count, su libro de 2007, ha sido recomendado por Jacqueline Carrigan, profesora de sociología de la Universidad del Estado de California [6]. Jacqueline Carrigan ha presentado este estudio como «una mina de datos sobre la situación global de la mortalidad» en una reseña publicada en la revista Socialism and Democracy de las ediciones universitarias Routledge.

Como en el caso de Irak, la intervención de Estados Unidos en Afganistán comenzó, mucho antes del 11 de septiembre de 2001, en 1992 bajo la forma de una ayuda militar, logística y financiera clandestina de Estados Unidos a los talibanes. Aquella ayuda secreta favoreció la conquista violenta de cerca del 90% del territorio afgano por parte de los talibanes [7].

En 2001, la Academia Nacional de Ciencias publicó un informe titulado Forced Migration and Mortality [8]. En ese estudio, Steven Hansch –epidemiólogo de primer plano y director de Relief International– subrayaba que el incremento de la mortalidad provocado en los años 1990 por las consecuencias de la guerra había dejado entre 200 000 y 2 millones de muertos en Afganistán. Por supuesto, la Unión Soviética es en parte responsable de la devastación de la infraestructura civil de ese país, la cual creó las bases de ese desastre humanitario.

Al adicionarlas, esas cifras sugieren que en Afganistán el balance total de las consecuencias directas e indirectas de las operaciones estadounidenses [y occidentales] desde el inicio de los años 1990 hasta el día de hoy podría ser estimado entre 3 y 5 millones de muertos.

La negación
Según las cifras que acabamos de estudiar, el total de muertes provocadas por las intervenciones occidentales en Irak y Afganistán desde los años 1990 –entre las muertes provocadas directamente por la guerra y las que se deben a las privaciones provocadas a largo plazo por la guerra– podría elevarse a unos 4 millones: 2 millones de muertos en Irak entre 1990 y 2003 y 2 millones a causa de la «guerra contra el terrorismo». Si tomamos en cuenta los elevados estimados sobre el exceso de mortalidad [consecuencia de la guerra] en Afganistán, este balance podría elevarse incluso a 6 u 8 millones de muertos.

Es posible que esas cifras sean demasiado altas pero nunca podremos saberlo con certeza. En efecto, las políticas de las fuerzas armadas de Estados Unidos y de Gran Bretaña consisten en no contabilizar las muertes de civiles provocadas por sus operaciones, muertes consideradas como incidentes sin interés.

Debido a la grave carencia de datos en Irak, a la cuasi total inexistencia de archivos en Afganistán así como a la indiferencia de los gobiernos occidentales ante todo lo concerniente a las muertes de civiles, resulta literalmente imposible determinar la verdadera cantidad de fallecimientos que esas intervenciones han provocado.

Al no existir ni la más mínima posibilidad de comprobarlas, esas cifras proporcionan estimados plausibles basados en la aplicación de la metodología estadística basada en las mejores pruebas disponibles –aún tratándose de pruebas particularmente escasas. A falta de datos precisos, estos estimados nos proporcionan una idea de la magnitud de la destrucción.

La mayoría de esas muertes fueron justificadas invocando la lucha contra la tiranía y contra el terrorismo. Sin embargo, gracias al silencio cómplice de los medios masivos de difusión, la mayoría de la ciudadanía no tiene la menor idea del verdadero alcance de este terror permanente que la tiranía estadounidense y británica impuso en Afganistán e Irak, en nombre de los ciudadanos de Estados Unidos y del Reino Unido.

Nafeez Mosaddeq Ahmed


El científico británico político, autor de La Guerra contra la Libertad: (Ed. Media luna) ¿Cómo y por qué Estados Unidos fue atacado 11 de septiembre 2001. Ha trabajado para The Guardian, The Independent, The Sydney Morning Herald y Le Monde Diplomatique. A través de su trabajo en las operaciones encubiertas relacionadas con el terrorismo internacional y las causas fundamentales de este flagelo, contribuyó oficialmente a la Comisión Nacional el 11 de septiembre, así como las investigaciones sobre los atentados de Londres.




Fuente. http://www.voltairenet.org/article187311.html

martes, 13 de septiembre de 2016

Estados Unidos vs Arabia Saudita: en Pelea de Comadres se Conoce la Verdad

Arabia Saudita y USA, dos estados forajidos gobernados por élites mafiosas, ligados al incremento del narcotráfico, el terrorismo y la violencia allí donde meten sus narices, estuvieron por estos días de pelea. La manzana de la discordia la constituyó una investigación del Congreso del USA estado forajido, uno de los nidos de víboras más peligrosos del planeta, pues de sus manos en señal de aprobación se han determinado invasiones y bombardeos humanitarios que han asesinado a más de 20 millones de personas:

Desde República Dominicana a Afganistán o desde Vietnam a Panamá, llevan su maquinaria de guerra devastadora los mal hechores de la Casa Blanca, siempre con la excusa de proteger la libertad, la democracia y los derechos humanos, tópicos que no cumplen ni en su casa, donde la USA policía desde hace rato anda en un campeonato mortal, tipo temporada de caza, en la cual los objetivos para practicar tiro al blanco, son ciudadanos afrogringos, gringos de origen hispano o inmigrantes no rubios.
Todo tuvo origen en una investigación que inició el exsenador Bob Graham y que sigue la senadora Kirsten Gillibrand, la cual busca determinar la conexión de los terroristas con Arabia Saudita, la monarquía más podrida que existe sobre la faz de la tierra. No obstante, el detalle ya lo había denunciado el cineasta Michael Moore en su celebérrimo documental Fahrenheit 11/S, en el cual se hacen graves denuncias sobre la voladura de las Torres Gemela, como una puesta en escena genocida armada por políticos gringos y sauditas vinculados a la industria del petróleo como geopolítica soportada en el control del narcotráfico.
Moore señala en su trabajo audiovisual que la voladura de las Torres Gemelas tuvo como finalidad, crear la excusa que detonara una invasión militar cuyo fin previsto con antelación, era apropiarse del petróleo de varios regímenes políticos - 7 Estados diría el general Wesley Clark en entrevista televisada- a quienes se les cambiaría fronteras y regímenes políticos: con ello se afianzaría el siglo de Oro Americano, concepto geopolítico para designar una hegemonía económica y militar, representada en las ordenes inapelables de Washington, maquilladas como consenso.
Con una lógica demoledora, Moore señala que ninguno de los terroristas tenía nacionalidad afgana o iraquí, que ninguno de ellos tenía nada que ver con los gobiernos y que todo fue una patraña mal oliente, alegando además que por el contrario, los terroristas eran de nacionalidad saudí y sí estaban vinculados con el wahabismo, versión islámica favorita y oficial del régimen saudí, algo tan claro como los vínculos históricos de los Busch con los talibanes y las compañías petroleras – entre otras inversiones- que tenían en común, la petrofamilia gringa con el clan Ben Laden.
Frenado el terrorismo armado por los gringos – con diferentes nombres como DAESH y Al Nusra - en el medio oriente, gracias a la incursión rusa y china, que obligó a USA a dejar las cosas en manos de Turquía y Arabia Saudita, un grupo de personajes en el USA senado intentó lavar la cara del imperio, pidiendo una investigación a fondo que confirmara o no los nexos terroristas entre los saudíes con los atentados a las Torres Gemelas, dando origen a un tire y afloje diplomático entre gringos y saudíes, un forcejeo que involucró al claridoso precandidato Donald Trump, famoso por sus sinceridades políticas cargadas de racismo y prejuicios.
Las cosas se iban saliendo de micrófonos y cámaras cuando el canciller Abdul Yubeir, uno de los matones de la monarquía terrorista saudita, le advirtió a Washington en la persona de su homólogo John Kerry, uno de los tantos voceros oficiosos del terrorismo gringo de la MUD en Venezuela, que sí seguían investigando o removiendo el caso, ellos retirarían las inversiones en USA y comenzarían por vender todas sus inversiones en bonos del tesoro gringo, lo cual podría quebrar al estilo destrucción mutua a los dos reinos. Y santo remedio: Kerry entendió que calladito se veían más bonitos.
Hoy miércoles 20 de abril de 2016, los cancilleres de los dos países acaban de anunciar muy sonrientes una alianza para que USA y Arabia Saudita, protejan a las marinas de guerra del Concejo de Cooperación del golfo, una alianza de monarcas depravados que miran con temor el poderío de Irán. Como una muestra de la estupideces de los chicos Al Saud, primo de los Al Kalifa, el rey de Bahréin hizo una declaración de guerra contra Irán y Hezbolá: los terroristas se declararon como otras veces, perseguidos.
USA y Arabia Saudí, dos emporios del terrorismo más reciente, sellan sus diferencias en un pacto de silencio de aquello que significó la muerte para muchos inocentes. El consenso es atacar a Irán, al que se teme y se vilipendia por igual Pero llegará pronto el día señalado en que en USA ese pueblo despierte de su estupidez y mande al carajo a su clase dirigente y ladrona: ese día se hará claridad sobre los autores materiales de los crímenes y el poderío de USA, como hoy, mostrará hasta qué punto su estado privatizador, es manipulado por los sauditas y el lobby israelí, que su democracia ejemplar no es más que una mentira para cazar bobos y debe ser convertida en una verdadera.

Este artículo fue publicado en Tercera y su original puede ser accedido aquí.

Tomado de: es.whatsupic.com


SALE A LA LUZ VÍDEO QUE EEUU OCULTO DE LAS “TORRES GEMELAS”
Hoy te traemos un vídeo super asombroso, en donde se muestran muchísimas pruebas, todas ellas a razón de la verdadera causa del derrumbe de nada más y anda menos que de las Torres Gemelas.
Pruebas que por supuesto contradicen mucho al reporte que hicieron de manera oficial aquel día la comisión del 9/11, mismo reporte que nunca más se abrió.

Decenas de los familiares de las víctimas que se llevó este día han pedido a través de los años muchas explicaciones, quieren tener las respuestas de lo sucedido, pero el gobierno está empeñado en negarles todo tipo de información a estas familias, es por eso que hoy compartimos este video que después de casi 15 años del terrible atentado contra las torres gemelas se sigue especulando al respecto de lo que en realidad pasó, Los familiares simplemente quieren tener justicia y saber lo que pasó realmente.
Quizá haya personas que no les interesen estos temas, ya que ven imposible que el mismo gobierno les haga esto a las personas, pero la historia dice otra cosa, han pasado muchas situaciones similares a lo largo de la historia, mismas que seguirán hasta que la gente deje de permitir estos atropellos. Es por eso que los familiares contrataron investigadores y científicos para que pudieran dar una explicación más real a todo eso, para sorpresa de estos investigadores y científicos encontraron pruebas contundentes que son totalmente diferentes al reporte que ofreció el gobierno el 11 de septiembre del 2001. Todo parece indicar que fue una demolición, por eso la gente no se dio cuenta. Aquí te dejo el vídeo.
Las sospechas crecientes (y ya casi incontenibles) de que el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre del 2001 fue un ataque de “falsa bandera” están a punto de trasmutar en hecho probable a la luz de un nuevo documental que se publicará a principios de septiembre.
El documental “Evidencia de Explosivos – Hablan los expertos”, realizado por “Arquitectos e Ingenieros por la verdad” entrega numerosas pruebas que pretenden demostrar que el WTC en el 2001 se vino abajo por el uso de explosivos en una operación que buscaba justificar las invasiones a Irak y Afganistán.
Entre ellos, el renombrado científico, Lynn Margulis, quien recibió la Medalla Nacional de Ciencia en USA, expone en esta película el fraude del NIST y explica, mediante estudios y observaciones estrictamente científicas, que el derrumbe de las Torres Gemelas no fue causado por aviones, sino por bombas de alta temperatura, colocadas estrategicamente, y que dejaron rastros en los escombros del WTC

La Mentira del Atentado a Las torres gemelas y el edificio 7

domingo, 11 de septiembre de 2016

¿Qué ha perdido Libia con la intervención de la OTAN?

A raíz de esa operación "humanitaria", unas 30 mil personas murieron, entre ellas, Muammar Gadafi, principal objetivo de la OTAN. | Foto: Archivo 
A cinco años de la intervención militar de la OTAN a Libia, los grupos terroristas se han extendido por su territorio. El caos, los desplazamientos forzosos, la inseguridad y la incertidumbre matizan la vida diaria de los libios.
El 19 de marzo de 2011, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) emprendió una operación militar bajo el amparo de la resolución 1973 delConsejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobada el 17 de marzo, que “expresando grave preocupación por el deterioro de la situación, la escalada de la violencia y el elevado número de víctimas civiles” (…) autorizó a tomar “todas las medidas necesarias” para supuestamente proteger a los ciudadanos libios que se encontraban bajo “amenaza de ataque” del derrocado gobierno de Muammar Gadafi.
Sin dilación, la noche de ese día se puso en marcha la zona de exclusión aérea sobre Libia, mediante la cual la llamada “comunidad internacional”, un eufemismo del poder militar imperialista de la OTAN, realizó ataques contra instalaciones de defensa aérea del ejército libio.
A cinco años de aquella decisión, que permitió la embestida de la OTAN contra este país africano, veamos cómo se ha visto impactada la vida de los más de 6 millones de libios:
1- La resolución 1973 complementó, además, medidas de embargo ya aprobadas en la resolución 1970 del 26 de febrero de ese mismo año. Se acordó congelar activos de, entre otros, la National Oil Corporation y del Banco Central de Libia, argumentando que el dinero de esas empresas eran de Gadafi y su familia. De esta manera, las reservas internacionales del pueblo libio fueron arrebatadas por Occidente.

2- La ofensiva comenzó en Bengasi, la segunda ciudad de Libia, en la que se destruyó el aeropuerto y el puerto, que dejó incomunicados a decenas de miles de libios.
Mustafa Abdul Jalil, líder del Consejo Nacional de Transición de Bengasi en 2011, admitió que los manifestantes asesinados en Bengasi por la acción de la OTAN, fue responsabilidad de un grupo de espías y mercenarios que no eran libios.

3- Los libios de piel oscura sufrieron la exclusión y el despojo de sus derechos, su estatus socioeconómico y político con el derrocamiento del Gobierno.
El tratamiento a los libios de piel oscura bajo el gobierno de Gadafi había sido elogiado por el propio Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en un informe de 2011, que señaló que el líder libio “hizo todo lo posible por asegurar su desarrollo económico y social, específicamente para suministrar oportunidades económicas y protecciones políticas a libios negros y a trabajadores migrantes de países africanos vecinos”.

4- En apenas siete meses de operación militar, la OTAN efectuó 10 mil misiones de ataque con 40 mil bombas y misiles contra los libios. Como resultado, 120 mil libios murieron de acuerdo a cifras de la Cruz Roja Internacional.
5- Trípoli, la capital, fue bombardeada poco después de Bengasi. Enfrentamientos entre las milicias y fuerzas leales a Gadafi dejaron miles de desplazados.
6- El 26 de agosto de 2013 en la cárcel de al-Roueimy en Trípoli, donde estaban encarceladas unas 500 civiles, incluidas cinco mujeres, se llevó a cabo una huelga de hambre por los maltratos cometidos hacia los encarcelados que no tenían cargo alguno. El Gobierno -impuesto por Occidente- ordenó asaltar la cárcel y 19 personas resultaron heridas.

7- 630 mil libios, de los 3,4 millones de hábiles para votar, participaron en las elecciones legislativas realizadas en Libia el 25 de junio de 2014, lo que representó apenas el 18,52 por ciento de padrón. Esto demostró la poca confianza en las autoridades que se impusieron a sangre y a fuego.

8- El Aeropuerto Internacional Mitiga en Trípoli, situado a 11 kilómetros al este, era el único que se encontraba operativo hasta noviembre de 2014, cuando un avión Mig-23 lo bombardeó. El ataque dejó a Libia sin conexión aérea.
9- El enfrentamiento entre grupos extremistas que operan en Libia ha provocado el desplazamiento de más de 400 mil personas y una situación de incertidumbre para las personas atrapadas en las zonas de conflicto, según un informe de la ONU sobre la situación en este país publicado el 23 de diciembre de 2014.
10- El reporte detalla que solo entre agosto y principios de octubre de 2014 en Warshafana, al oeste de Libia, múltiples enfrentamientos entre los grupos extremistas provocaron que unas 120 mil personas dejaran sus casas para escapar de la violencia.
11- El informe agrega que, para la fecha, en esa localidad los habitantes no tenían medicamentos, los hospitales estaban bajo ocupación de grupos armados y las ambulancias supuestamente eran usadas para ataques suicidas. Además, había bombardeos indiscriminados contra áreas civiles, secuestros, torturas, ejecuciones y destrucción de propiedades.
12- La cifra de desplazados en Bengasi pasa de los 90 mil, entre ellos, unos cinco mil 600 tawerghans, residentes de un pueblo con el mismo nombre que ha sido atacado en varias oportunidades por mercenarios.
13- En Trípoli hay más de 100 mil desplazados, mientras que unos 150 mil migrantes han buscado refugio en el extranjero, de acuerdo a Tarek Mitri, representante especial de la ONU ante Libia.
14- En diciembre de 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) envió medicinas y equipo médico a Libia. El cargamento fue utilizado para atender a más de 250 mil personas.
15- La OMS informó también que en áreas como Bengasi y Zitan diversos hospitales han tenido que cerrar debido a daños en sus instalaciones o la inseguridad en la zona, lo que presiona mucho a los centros de salud que siguen funcionando.

15- El Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef, por su sigla en inglés) construyó en febrero de 2015 el primero de 13 centros de recreación infantil. En Libia han sido devastados la mayor parte de los lugares públicos y parques.
16- La acción del autodenominado Estado Islámico (EI) es otro de los aspectos que afecta al pueblo libio, tal y como sucede en Irak y Siria. El 16 de febrero de este año el EI divulgó un vídeo en el que fueron decapitados 21 coptos egipcios en un lugar desconocido de Libia.
17- Este acto de violencia hizo que al menos unos 25 mil 529 egipciosabandonaran Libia en apenas 10 días después del anuncio de la decapitación de los coptos egipcios.

18- Surgieron milicias afines al EI como Farj Libia, Libyan Islamic Fighting Group, Ansar, Al Sharia y otros minoritarios. "Hay muchos grupos armados, unos mil 700, con muchos objetivos distintos.
19- Como resultado de la intervención militar de la OTAN, que propició el derrocamiento del gobierno libio y el asesinato de Gadafi, surgieron dos parlamentos y dos gobiernos paralelos, uno en Trípoli -apoyado por las milicias Fajr Libia, aliadas de Misrata- y otro en Tobruk (a más de mil kilómetros de distancia), reconocido por Occidente. Cada uno de ellos luchan por ganar el apoyo de las miles de milicias que se enfrentan en el país y ha dejado como resultado una nación con profundas divisiones regionales, étnicas y locales.
20- En 2016, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) alerta nuevamente sobre las violaciones de derechos humanos en Libia, entre ellas, las miles de decapitaciones, detenciones arbitrarias, torturas con electricidad y golpes.
21- El documento revela que la situación en el país no ha cambiado desde el 2014, cuando otro informe de la ONU advirtió sobre los ataques indiscriminados contra civiles, bombardeos de hospitales, secuestros, torturas y ejecuciones ilegales.
22- Este reciente informe de la ONU señala que en Libia siguen ocurriendo secuestros, desapariciones forzadas, atropellos sexuales, discriminación, abusos a migrantes, hechos de violencia contra periodistas y humanistas. En las cárceles, especialmente, se dan esos abusos y denuncian golpizas con tubos de plástico o cables eléctricos, suspensión prolongada en posiciones extremas, reclusión solitaria, electrocución, privación de alimentos o agua, amenazas de naturaleza sexual, extorsión y otros delitos.
23- Entretanto, la OTAN se prepara para una nueva posible invasión. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, entregó recientemente a la Casa Blanca un plan en el que se detalla el paso a paso para poner en marcha operaciones militares en toda Libia con la supuesta intención de combatir el terrorismo.
Antes de las bombas de la OTAN, Libia tenía el nivel de vida más alto de África e incluso por encima de Rusia, Brasil y Arabia Saudita.
*La electricidad era gratuita para todos los ciudadanos y la vivienda era un derecho. En este sentido, a los recién casados se les otorgaba el equivalente a 50 mil dólares para comprarse una casa.
*En materia de salud, si un libio no podía hallar la educación o atención médica que buscaba, el gobierno de Gadafi les daba los fondos necesarios para conseguirlos fuera del país.
*Cualquier persona que deseaba ser agricultor recibía gratis tierra, una casa, animales, equipo de agricultura y semillas y en caso de haber pedido un préstamo de cualquier tipo, la tasa era de un 0 por ciento de interés por ley.
*En otros aspectos, la economía libia era libre del Fondo Monetario Internacional. El banco central libio emitía dinero sin deuda, a diferencia del bloque occidental que la atacó militarmente.
*El monumental proyecto Gran Río Artificial, que proveyó de agua gratuita a los libios y otros pueblos africanos, fue bombardeado por la OTAN y provocó una crisis acuífera en Libia, sobre todo en Trípoli.
Con la intervención militar de la OTAN, liderada por Estados Unidos, el pueblo libio perdió su prosperidad, calidad de vida y estabilidad política y social.
Los grupos extremistas rivales y apoyados por Occidente han hecho del secuestro, las torturas, los asesinatos masivos, la destrucción de instalaciones civiles como hospitales y centros públicos el diario vivir de los libios.


>> Libia: Decenas de muertos por control de zonas petroleras


Fuente: Telesurtv.net

martes, 6 de septiembre de 2016

Más de 24 mil saudíes combaten al lado de grupos takfiríes en Siria Unos 360 mil terroristas extranjeros entraron a Siria en cinco años


Coincidiendo con la intensidad de combates en Siria y la preparación de “asaltos terroristas” en más de un frente, un nuevo estudio revela el número de extranjeros que están combatiendo al lado de los grupos terroristas takfiríes.
Un estudio de investigación estadística reveló que el total de terroristas extranjeros de todas las nacionalidades que se han unido a las filas de los grupos terroristas en Siria desde abril del 2011 hasta finales de 2015, ascendió a 360 mil, 95 mil de ellos fueron eliminados; al mismo tiempo en que se gastaron unos 45 mil millones de dólares para financiar los actos terroristas y los envíos de armas a los grupos terroristas en Siria.

El estudio elaborado por el Centro Alemán de Estudios “Ferrell” mostró que “la cifra de 360 mil terroristas, incluye a hombres, mujeres y a todos los que participaron con las organizaciones terroristas, sea luchando de forma directa o ofreciendo apoyo militar y logístico, además de los médicos y las enfermeras…”.

El estudio señaló que la mayor concentración de terroristas en la historia ocurrió en Siria, y esos terroristas provienen de 93 nacionalidades, de todos los continentes.

“El número de terroristas extranjeros en Siria se sitúa actualmente en 90 mil terroristas, y la mayor parte de ellos combaten en las filas de los grupos terroristas de Daesh y el “Frente al Nusra”, precisó el estudio.

También, reveló que el número de terroristas que llevan nacionalidades europeas y norteamericanas ascendió a 21.500 de los cuales sólo 8.500 han regresado a sus propios países.

Según el estudio, Turquía ocupa el primer lugar en el número de terroristas, incluyendo a agentes y oficiales del ejército y la inteligencia turca y la Organización de los Lobos Grises, y señaló que el ejército del régimen turco perdió más de 350 soldados, oficiales y pilotos, y alega que su muerte fue por otras razones.

“El mayor número de muertes entre los terroristas en Siria es el de los que llevan la ciudadanía sauditas, pues 24.500 saudíes se han unido a los grupos terroristas en Siria, de ellos 5.990 terroristas fueron eliminados”, destacó el estudio.

Teniendo en cuenta estas grandes cifras, en especial de ciudadanos saudíes, es un derecho preguntar sobre el papel de los regímenes de estos países en la guerra contra Siria, y la seriedad de sus intenciones de “luchar contra el terrorismo”.