viernes, 5 de octubre de 2012

Prófugos y náufragos



 

 Jaime Galarza Zavala
jaigal34@yahoo.es


La península de La Florida era una hermosa región al norte del Caribe, que los españoles la convirtieron en una fea colonia, como lo son todas las colonias de la historia, y que los yanquis la hicieron más fea todavía cuando se apoderaron de ella, al igual que de Puerto Rico y Filipinas al derrotar a la soberbia monarquía de Madrid durante la Guerra Hispanoamericana, provocada por el naciente imperio en 1898. Desde entonces, Miami se convirtió en la joya de la corona yanqui, y sus nuevos amos la transformaron en basurero de la historia continental, pues allá irían a refugiarse, cargados de tesoros malhabidos, dictadores defenestrados, políticos en ruina, banqueros especializados en el saqueo de la riqueza pública y privada.

La vergonzosa nómina de la desvergüenza es larga y emblemática. Por ejemplo, a Miami fueron a parar, en precipitada fuga, la noche del 31 de diciembre de 1958, el dictador cubano Fulgencio Batista y su gavilla de asesinos, cuando clareaba en sus albores la Revolución Cubana. Luego les siguieron banqueros asustados, dueños de casinos y garitos, traficantes de drogas y de prostitutas, y hasta médicos acostumbrados a despellejar a los enfermos mediante escandalosos honorarios. El pueblo cubano, victorioso, les endilgó a todos ellos el imborrable mote de “gusanos”.

Desde entonces, la gusanera, con abierto apoyo de Washington y, especialmente, de la CIA, se dedicó a ejecutar incursiones aéreas, invasiones, atentados y sabotajes en su demencial e inútil empeño de acabar con la Revolución.  Luego de esta emigración anticubana vendrían otros de diferentes países latinoamericanos. Allá fue, por ejemplo, Carlos Andrés Pérez, luego de convertir a Venezuela en paraíso del neoliberalismo y plaza de masacrados durante el Caracazo. Y allá corrieron Roberto Isaías con sus agnados y cognados, tras la quiebra fraudulenta de Filanbanco.

Y allá acaba de huir -panza adelante y millonadas atrás- el inefable  Álvaro Noboa Pontón, emperador de cien empresas y de la evasión de impuestos. Claro, en su caso no se trata únicamente de un prófugo que escapa a una merecida prisión, sino de un náufrago de la política ecuatoriana, que ha hundido toda su flota en el reiterado intento de captar la Presidencia de la República. Y por esa ruta del gran escape veremos pronto marchar a otros gladiadores, especialmente cuando sus locas ambiciones de ganar las elecciones presidenciales de febrero próximo se hayan evidenciado como simples sueños de perro.

Por lo demás, ahora que acaba de cumplirse el segundo aniversario del fallido golpe de Estado del 30 de septiembre, resulta oportuno recordar que en Miami, en el basurero de la historia, se reunió un conciliábulo conspirativo una semana antes, el día 23, con participación, entre otros héroes,  de Roberto Isaías, Lucio Gutiérrez, Carlos Vera, a la espera del anuncio que nunca llegó: la caída o la muerte de Rafael Correa. Una peliculesca historia de prófugos y náufragos.


Fuente:

http://www.telegrafo.com.ec/index.php?option=com_zoo&task=item&item_id=56206&Itemid=29

1 comentario:

manipulador de alimentos dijo...

que pena, pero son cosas que hay que saber, cuanto mas conscientes seamos mejor, de nada sirve mirar a un lado y dejar que sigan pasando las cosas, cuando menos... hay que saberlas!!!
gracias y un saludo para el blog!